Villarejo ha continuado en el segundo día de su declaración con una estrategia de defensa consistente en lanzar insinuaciones y acusaciones sin pruebas para defenderse de los graves delitos que se le imputan
con la investigación de unos “hechos luctuosos”, en referencia al 11-M, entonces ya juzgados. Tras aquella declaración, envió varios escritos para declarar como testigo y el juez le tomó declaración en marzo de aquel año, a pesar de la oposición de la fiscalía, que daba nula fiabilidad del policía. El comisario defendió entonces que aquel atentado se cerró en falso, que los servicios secretos marroquíes instruyeron a los terroristas.
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