Diferentes informaciones señalan que a los hombres en edad de combatir ya no se les deja salir de Ucrania. Se espera que durante la noche lleguen otros dos trenes a Przemysl Lo cuentan Víctor Honorato y OlmoCalvo desde allí
Pesadamente, con siete horas de retraso, una locomotora diésel con tres vagones llega a la estación polaca de Przemysl procedente de Odesa . A bordo, decenas de refugiados, mujeres y niños en su mayoría, van bajando a gotas al andén, haciendo cola ante la pequeña oficina aduanera de esta localidad del sureste del país, a 15 kilómetros de la frontera.
En un esquina del vestíbulo espera un grupo de extranjeros de origen africano, migrantes a los que la guerra ha situado en un compás de espera. Alfred Mbayo, congoleño de 34 años, llevaba 12 viviendo en Lugansk, una de las repúblicas separatistas del este, adonde llegó para estudiar Informática. “La situación en Ucrania es catastrófica”, lamenta. Llegó a las estación a las 14.
Diferentes informaciones señalan que a los hombre en edad de combatir ya no se les deja salir de Ucrania. Se espera que durante la noche lleguen otros dos trenes a Przemysl, pero los horarios apenas sirven de referencia. Las filas de coches provenientes de allí y de todo el oeste del país son interminables.