Pilar Reyes, editora del Javier Marías desde 2009, recuerda su proceso creativo, sus obsesiones y su maestría: “Nunca me hablaba de sus libros mientras los escribía”
La novela fue para Marías un gran mecanismo para pensar el mundo, sin denostar la trama. Abogó siempre por diferenciar entre la ficción y la realidad. Le parecía que no hacerlo era renunciar a una de las grandes invenciones humanas: la imaginación.
Una vez le pregunté por una palabra de la lengua española por la que sintiera especial afecto y me dijo la palabraPor eso empezó a escribir, para imitar a los escritores que admiraba. En ese sentido, creo que fue un escritor con enorme ambición, que logró escribir los libros que se propuso. Parece una frase de Perogrullo pero no lo es: no siempre la ambición de un escritor está secundada por su talento.
Aún así, él pensaba que la idea de posteridad ya no tenía lugar en el mundo de hoy, que era un término o una aspiración de otro tiempo. Yo creo que la posteridad será suya y de sus libros. Y su rostro mañana, el que él quiso darnos de sí a través de su obra, de sus comparecencias públicas, de sus artículos, el rostro de un hombre absolutamente libre para expresar lo que pensaba, imaginaba y sentía.
ni para una lengua. Pero la literatura, Madrid, España, la lengua española, quienes le leímos y le quisimos, estamos quebrantados por su pérdida.