Un concierto en recuerdo de Rocío Jurado coincidiendo con el Día de la Mujer e interpretado por una veintena de artistas como Rigoberta Bandini o Bebe
. Ya no habría nunca más candidez, sino experiencia y carácter, en la presencia escénica de una artista quefemme fatale
mitológica y empoderada: “Gran cuello de Pierrot, con mucho volante blanco —estratégica oleada sobre la invicta pechera—, y debajo, surgiendo como el soporte de una tulipa, una funda de terciopelo negro: cola de sirena”. Basta comparar su imagen con la de gran competidora en los ochenta, Isabel Pantoja, una década más joven pero ceñida a un discurso más conservador y apegado a los tópicos de la copla clásica. Rocío Jurado, que triunfa envuelta en laca y organza mientras en un universo paralelo emergen el punk, la movida madrileña y la Nueva Ola, está más cerca de la retórica reivindicativa y delque de la evocación de glorias pasadas.
¿Es lícito, por tanto, reivindicar a Rocío Jurado como emblema feminista? La investigadora Lidia García García, fundadora del, donde cita éxitos virales feministas de la artista, como su famosa alusión al “sujetador mental” en una entrevista televisiva, o distintas intervenciones públicas donde habló explícitamente de feminismo sin renunciar a ciertas contradicciones discursivas.