“No está la noche para rondas; te llevaré a la posada” Vía Elasombrario
Taller de Escritura de Clara Obligado.Cuando llegué a Ulm, una niebla violácea, procedente del Danubio, abrazaba la ciudad. Apenas pude distinguir las agujas de la catedral, cuando el carillón entonó su letanía. Con la inseguridad de la extranjera, caminé por la calle principal, me dijeron que por allí encontraría hospedaje. Varias veces me perdí. Hacía frío, la noche chorreaba incertidumbre y yo estaba exhausta.
Un golpe me despertó. Aún no había amanecido, pero la habitación tenía una luz ajena que se colaba por la rendija de la puerta. Me asomé al pasillo, allí no había nadie. Un lucernario proyectaba en el suelo sombras de colores. Volví a la habitación y me aseé. Al bajar a la calle, el sol del invierno daba forma a los edificios.
Habría transcurrido un instante, o una hora, cuando un ruido me despertó. Cogí el abrigo y me asomé por la ventana. El aire estaba impregnado de un olor desconocido. La luz plateada de la luna se escondió tras las nubes y por un instante cielo y tierra se fundieron en un gris pizarra.