El conflicto entre Rusia y Ucrania intensifica la crisis del campo, que lucha contra el incremento de precios de la materia prima, la energía y la escasez de agua
La lluvia empieza a dar tregua al campo, que necesitará mucho más que un par de días de goteos para salvar la siembra. España afronta uno de los tres años hidrológicos más secos desde 1961 con solo el 25% de su cosecha asegurada. De seguir escaseando el agua se perderán millones de euros y el país, que ya se sitúa como el primer importador de cereales en la UE, dependerá aún más del exterior para abastecer toda su demanda.
José Luis Jiménez vive en la capital y es uno de esos agricultores afectados, aunque, como él mismo precisa, sus colegas de Extremadura y Andalucía están mucho peor. Según sus estimaciones, ya es un hecho que en esas regiones una parte de la cosecha se perderá. Para el resto, se necesita que llueva al menos cinco días, es decir, alrededor de 30 litros.
De los 13 millones de hectáreas agrícolas que según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dependen únicamente del agua de lluvia para cultivar, solo 3,3 millones están aseguradas ante las posibles pérdidas por sequía. Se trata del 25% del total de tierras de cultivo, según los datos de Agroseguros, sociedad que se encarga de la gestión de las indemnizaciones por cuenta de las entidades aseguradoras.
Hay un hecho innegable: los acontecimientos meteorológicos adversos están pasando factura a más de un sector y en más de una región. Más allá de España, la falta de lluvias está alterando la producción agrícola en la región mediterránea. Al sur de Portugal, sureste de Francia y noroeste de Italia, el nivel de agua está muy por debajo de la media estacional y los embalses de riego a la mínima de su capacidad.
España es, además, el país más deficitario en producción de cereales y en consecuencia, el que más compra. En 2020 alcanzó los 14,4 millones de toneladas. De ese total, el 29% fue trigo y el 56% maíz, cuya procedencia fue principalmente Ucrania. Este país se ha convertido además en el principal suministrador de aceite de girasol, con el 73,3% de las importaciones registradas hace dos años.