El sector vivió un auge durante la pandemia que no ha remitido. Visitamos Lovehoney, en Berlín, empresa líder en producto e innovación
Aterrizamos en Berlín para visitar las oficinas de Lovehoney, empresa líder de juguetes sexuales. Ya en los baños del aeropuerto, una máquina dispensa vibradores junto a tampones y condones. En un barrio a las afueras de la ciudad y de camino al cuartel general de la compañía, un grafiti en una vieja fachada propone: “Contra el Estado, mastúrbate”. Ya en Lovehoney, una masturbaroom invita a sus trabajadores al autoplacer.
“Una petición que nos hacían frecuentemente era que el vibrador fuera lo más silencioso posible. Así creamos el Womanizer Vibe. Todavía suena algo, pero claro, es físicamente imposible que una vibración no suene en absoluto”, explica Max Winker, director de ingeniería mecánica del grupo, como a modo de justificación de lo que observamos en una de las salas: una caja insonora con un pequeño micrófono apuntando a un vibrador.