Frente al autoritarismo de Rusia y la liquidez de Estados Unidos, el filósofo reclamaría que la razón, la ciencia y el arte impusieran un nuevo rumbo, fomentando la tolerancia y el diálogo
, pero su propósito de clarificación nunca logró neutralizar los impulsos irracionales. Los totalitarismos se alzaron contra la razón, pero su éxito fue efímero. En 1989 se proclamó el fin de la historia como sucesión de eventos traumáticos. Todo sugería que comenzaba una nueva era, un período donde la razón imperaría sin rivales, pero no ha sido así.
La filosofía siempre es una pregunta que se enriquece con el tiempo."¿Qué es el hombre?", se pregunta. Esa pregunta siempre permanecerá viva y abierta, pero en el momento actual tal vez sea necesario formular un nuevo interrogante:"¿Qué quiere el hombre en realidad?".
, que ha situado en el centro del debate social y político perspectivas minoritarias y hasta hace poco malditas, ha despojado a la mayoría de esos valores que proporcionaron estabilidad y arraigo a las generaciones anteriores.