El derribo de dos inmuebles dejó a la vista restos de la muralla cristiana. El hallazgo truncó los planes de la propiedad, que pasó de proyectar un bloque de viviendas exclusivas a contraer el deber jurídico de custodiar los restos. Hasta hoy
La ciudad se perfila con la tinta indeleble de la historia. Un trazo que puede alargarse, sufrir discontinuidades, acaso ocultarse bajo las sucesivas capas del tiempo, pero nunca desaparecer por completo. Terminará sobresaliendo entre la piedra más reciente o el cemento, como sucedió allá por 1988 en la calle de la Escalinata, en el distrito Centro de la capital, cuando el derribo de dos inmuebles dejó a la vista un lienzo medieval.
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