Rafael no sale de casa desde marzo de 2020
"Paseé al perro en la cuadra de mi condominio, fui a sacar copias de documentos en una tiendita y tuve que ir a un shopping", cuenta.nunca ha salido del departamento de 45 metros cuadradosPara Rafael, la necesidad de permanecer encerrado por la pandemia de covid-19 hizo que su propia casa se convirtiera en una prisión, de la que aún hoy no puede salir, por temor a contagiarse de coronavirus y desarrollar la enfermedad más grave.
Con la pandemia, todas las tareas pasaron a hacerse de forma remota, con intercambio de mensajes y llamadas. Sin embargo, cuando ocurren estas visitas, Rafael nunca se encuentra en el mismo ambiente. Al enterarse de que viene alguien, deja la puerta principal abierta yAl principio, la preocupación por la higiene era tan grande que incluso pedía comida a través de aplicaciones de entrega, pero, por temor al coronavirus, volvía a poner la comida en el horno.
Después de mucho buscar, en diciembre de 2021, dos enfermeras de una clínica de salud familiar del barrio finalmente, quien las recibió vestido con ropa especial, la que usan los científicos en situaciones de emergencia y con alto riesgo de contagio.Rafael recibe una de las dosis de la vacuna contra la covid-19, equipado con un traje especial."Tenía miedo de tener una reacción y tener que ir a un hospital, pero por suerte no sentí nada", dice.