El Festival de Almagro alzó el telón con los homenajes a Lluís Pasqual y Adolfo Marsillach. Por juliobravo1963
Emiliano García PageComenzó su intervención Lluís Pasqual confesándose «profundamente abrumado» y con «rubor por subirse a un escenario para celebrar algo con lo que está pasando. Pero es mejor hacerlo antes de que alguien nos lo prohíba».Fueron las suyas unas palabras que trenzaron emoción, pasión y amenidad, y mostraron una vez más las excelentes dotes de narrador que tiene Lluís Pasqual.
Con tono ya más serio y emocionado, dedicó Pasqual su premio a muchos amigos y a miles de profesionales con los que ha trabajado, pero sobre todo a los actores. «He aprendido fundamentalmente de ellos, de los actores y los cantantes. Mucho. Me ha motivado siempre a la hora de trabajar 'con quien' que 'el qué'. Dirigir no es mas que un acto de amor».
Y efectivamente, en estos textos -en realidad la punta del iceberg de lo que era la personalidad de Adolfo Marsillach-, se transmite su agudeza, su ironía, su sentido del humor y su sabiduría. Todo ello acompañado por piezas musicales que de alguna manera están conectadas con él: el cuplé '