ANÁLISIS | Dado que la Casa Blanca insistió durante meses en que la inflación era un efecto secundario temporal, y que la Fed se demoró en abordar la supertormenta inflacionaria que se avecinaba, la credibilidad del gobierno está profundamente cuestionada.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está descubriendo que un presidente no puede explicar, legislar o simplemente desear que desaparezca laEstá poniendo su fe en la Reserva Federal para domar la economía recalentada, y se espera que el banco central trate de calmar los mercados bursátiles que cayeron en picada este miércoles con unEso se debe a que los altos precios de los alimentos y las facturas récord de la gasolina representan una crisis perniciosa que...
Las tormentas económicas son especialmente penetrantes para la moral personal y nacional porque se están acumulando en una nación que ya lucha por salir de otro período de dolor inusualmente compartido: una pandemia única en un siglo.Y son diferentes de las ansiedades más familiares provocadas por una recesión regular, cuando millones pueden perder sus trabajos pero otros pueden quedar intactos.
Más allá del juego de culpas de Washington, la historia más importante radica en la frustración que se desarrolla fuera de la capital, donde las familias están recortando las facturas de los supermercados y usando una parte de sus salarios solo para conducir al trabajo. Esa frustración se traduce en consecuencias políticas muy reales. La naturaleza universal de las consecuencias de la alta inflación y la incapacidad de Biden o de la Reserva Federal para darle la vuelta rápidamente hacen que este sea un desafío raro e intratable para el partido en el poder.
Biden solo puede hacer tantos discursos en los que identifique la difícil situación de las familias afectadas por los altos precios antes de que su fracaso en cambiar la dinámica haga que sus palabras suenen huecas.y único posterior al covid-19, y que la Fed se demoró en abordar la supertormenta inflacionaria que se avecinaba, la credibilidad del gobierno está profundamente cuestionada.Cada día trae más dolores de cabeza para la Casa Blanca.